Holly, Sthen King

"Cuando Penny se va Holly coge un paquete de toallitas antibacterianas del cajón superior de su escritorio y limpia tanto la parte de la mesa donde Penny ha apoyado las manos entrelazadas como los brazos de la silla en la que se ha sentado. Probablemente sea un exceso de cautela - no es posible desinfectarlo todo, sería una locura intentarlo-, pero más vale prevenir que curar. A Holly le basta con acordarse de su madre para saberlo.Recorre el pasillo hasta el servicio de mujeres y se lava las manos. Cuando regresa a su despacho, repasa las notas y hace una lista de las personas con quienes quiere hablar. Luego se recuesta en la silla y, con las manos cruzadas sobre el estómago, se queda mirando al techo. Ante sus ojos se ha formado un pliegue vertical lo que Bárbara Robinson llama arruga de pensar. La mochila desaparecida no le preocupa; como ha dicho Penny, su hija debe de cargar con ella. Lo que interesa a Holly es el casco de ciclista. Y la propia bici. Son dos elementos muy interesantes para ella, por razones relacionadas pero ligeramente distintas."


Las lecturas, en las que me he inmerso en este verano de 2024, me entusiasman no por los temas o los autores solamente, si no mas bien por el ánimo con los que los acojo en mi memoria, en mi tiempo y en este blog, al que tengo ahora tan abandonado y que fue tan mimado en otros momentos de mi vida.

Este thriller, Holly, escrito por Stephen King (el maestro del misterio), cuenta de nuevo con la ayuda de Holly Gibney, detective privada que resolverá las desapariciones de varias personas de distinta raza y condición en la tranquila localidad de Red Banks. El autor quiere, desde el principio de la novela, enseñarnos el horror que sienten los secuestrados por estos asesinos (en este caso avalados por la seudociencia, la busqueda del santo grial, la eternidad sin dolor y sin enfermedad) y además, quiere que sepamos quienes son: los respetados y jubilados profesores Rodney y Emily Harris. Busca realmente, que suframos con los detenidos y empaticemos con los asesinos. Nos somete a un dilema (uno mas viejo que la propia vida), quiere que pensemos, en la maldad y la crueldad que todos albergamos en nuetro corazón.  Somos seres egoistas, calculadores, crueles... juega con nuestros sentimientos y nos pone a prueba. No tenemos mas que oir la TV o la radio a diario cuando nos encontramos con los asesinatos machistas o las muertes, llamadas vicarias, para hacer sufrir a las madres de esos niños que mueren de la mano de sus propos padres. La realidd siempre supera  a la ficción y el maestro lo sabe.  

En cuanto a la esctructura de la novela es la clásica, paso a paso la detective Gobney nos cuenta sus pesquisas salpicadas de su propia realidad. A la vez que los asesinos en serie van cometiendo errores que nos llevan al desenlace final. Además la novela está escrita durante la pandemia, ahora al ver los gestos arendidos y las contradiccioes de aquellos días sorprende como pudimos salir de ella. 

Novela entretenida y sádica al mismo nivel.

MJ


Comentarios

Entradas populares de este blog

Claus y Lucas, Agota Kristof

La península de las casas vacías, David Uclés

El Castillo de Cristal, Jeannette Walls

Pilar Peris