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Mostrando entradas de junio, 2016

El año sin verano, Carlos del Amor

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" La capacidad descriptiva de mi portera era increíble. Yo siempre creía que aderezaba la realidad con una buena dosis de ficción, que, por otra parte, es lo que creo que la hace soportable. Nadie cuenta o contamos la realidad totalmente al pie de la letra; inventamos o maquillamos lo que vivimos para hacerlo un poco más interesante. La vida es literatura y todos somos en cierta medida, escritores. Cuando volvemos de vacaciones, por ejemplo, si alguien nos pregunta qué tal, condimentamos los buenos momentos un poco, casi nadie responde "mal", o "regular" o con un simple "bien". Inventamos; inventamos constantemente hasta construirnos unos recuerdos en los que se entremezclan lo vivido y lo ficticio de tal forma que al cabo de un tiempo ya no sabemos si lo que sucedió es del todo cierto o no." Como dice Carlos del Amor, en su novela, sus posibles lectores son admiradores suyos que buscan en sus palabras un poco de sus crónicas culturale

Los besos en el pan. Almudena Grandes

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"Así, los niños de entonces aprendimos a no preguntar, aunque a los españoles de hoy no les gusta recordarlo. Tampoco acordarse de que vivían en un país pobre, aunque eso no era ninguna novedad. Los españoles siempre hemos sido pobres, incluso en la época en que los reyes de España eran los amos del mundo, cuando el oro de América atravesaba la península sin dejar a su paso nada más que el polvo que levantaban las carretas que lo llevaban a Flandes, para pagar las deudas de la Corona. En el Madrid de mediados del siglo XX, donde un abrigo era un lujo que no estaba al alcance de las muchachas de servicio ni de los jornaleros que paseaban por las calles para hacer tiempo, mientras esperaban la hora de subirse al tren que los llevaría muy lejos, a la vendimia francesa o a una fábrica alemana, la pobreza seguía siendo un destino familiar, la única herencia que muchos padres podían legar a sus hijos. Y sin embargo, en ese patrimonio había algo más