Pequeñas mujeres rojas, Marta Sanz


"Paula está en el centro y jardín abstraída en sus pensamientos. Repasa los cuadernos de Beato y estará dándole vueltas a la muerte de Samuel, sacrificado como un galgo de caza que ya no corre lo que tiene que correr. Quizá piensa que quien mata con sus propias manos un perro una gallina para meterlo en la cazuela, quien desnuca un conejo (sin traje de tweed ni reloj) para cocinarlo al ajillo, bien puede asesinar a persona. Se trata de tener algo caliente entre las manos, que de pronto se vuelva frío.  Algo duro que, repentinamente, se desbarata y ablanda. Paula sonríe ante sus exageraciones animalistas y mira hacia las nubes por sí la corona negra vuelve a parecer, pero no aparece, de modo que lo que ocurre a continuación la pilla desprevenida. No hay presagio. Paula morirá (más tarde, no todavía) sin saber que, en el lecho de rosas, descansa el dedito  de Hansel, una falange de Dickie que le fórmula una pregunta al maestro, la saponificada rodilla de la Rosita del Azafrán. Paula  ignora que éste es el lugar en el que se remueven los huesos de hombres y de mujeres muertas que ya no son para ella perfectos desconocidos. Están en los huecos de las fotografías y las grabaciones."


Pequeñas mujeres  rojas, de Marta Sanz, es una novela controvertida. 
Paula, voluntaria en una asociación de memoria histórica, decide pasar el verano en un pueblucho de la Mancha, para localizar fosas de la Guerra Civil. Su llegada provoca en el pueblo recelos que tienen que ver, no sólo con heridas no cicatrizadas en contra de los que ganaron la guerra, si no con su aspecto: mujer joven y resuelta, que tiene una cojera considerable, que añade morbo y expectación a los hechos que se van sucediendo en la novela.  
Este thriller psicológico, con aires de novela negra, sacada de una crónica del franquista periódico el Caso; es, en definitiva, la historia novelada de la España profunda, en donde la ultraderecha local, indignante y  terrorífica, campa a sus anchas. Es un pequeño reflejo de las acciones malditas que se ocultan en los sótanos de la indiferencia y el olvido. 
La novela remueve por dentro, por lo que queda sin resolver de aquella maldita guerra; por lo que no sabemos y sólo intuimos, por lo que conocemos y nos repugna y por lo que queda de rencor e ignominia, y que tememos que pueda reproducir, con el animo de equivocarnos, toda aquella masacre: lucha de hombres contra hombres, contra mujeres, contra ancianos... contra rojos, el revanchismo que marco el fin de la guerra.  
Marta Sanz es una maestra del lenguaje, juega con nuestros recuerdos infantiles, nos seduce como en un cuento; entremezcla recuerdos y realidad y nos deja perdernos en el bosque de Hansel y Gretel, para al final encontrarnos con la malvada bruja, que mediante engaños lleva a los niños a la casa de chocolate y los asa y los mata para comérselos. 
En la novela también se entremezclan las voces de los que muertos, que esperan a que Paula los saque de sus tumbas para que sus huesos hablen y expliquen la verdad de aquella guerra.  
Recomiendo la lectura de esta novela para adultos en este día en el que los muertos reclaman nuestra atención y piden que los redimamos.
MJ

Marta Sanz, biografía



 




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