Pequeñas mujeres rojas, Marta Sanz. Reseña

"Paula está en el centro y jardín abstraída en sus pensamientos. Repasa los cuadernos de Beato y estará dándole vueltas a la muerte de Samuel, sacrificado como un galgo de caza que ya no corre lo que tiene que correr. Quizá piensa que quien mata con sus propias manos un perro una gallina para meterlo en la cazuela, quien desnuca un conejo (sin traje de tweed ni reloj) para cocinarlo al ajillo, bien puede asesinar a persona. Se trata de tener algo caliente entre las manos, que de pronto se vuelva frío. Algo duro que, repentinamente, se desbarata y ablanda. Paula sonríe ante sus exageraciones animalistas y mira hacia las nubes por sí la corona negra vuelve a parecer, pero no aparece, de modo que lo que ocurre a continuación la pilla desprevenida. No hay presagio. Paula morirá (más tarde, no todavía) sin saber que, en el lecho de rosas, descansa el dedito de Hansel, una falange de Dickie que le fórmula una pregunta al maestro, la saponificada rodilla de la Rosita del Azafrán. P...